Desde Honduras
Wampusirpi, 5 de noviembre de 2003
Sr. Alberto Cortez:
Hace 20 años que quería escribirle esta nota. En 1983 estaba gravemente enfermo en Colombia, y una monjita del hospital me prestó una cinta con varias canciones suyas.
- ´Tienen un bello mensaje´, me dijo.
Cuando escuché ´Qué suerte he tenido de nacer´ fue como un suero para mi fe y vitaminas para mi esperanza. Desde la cama descubrí que ´el viento es un delicuente´ (a veces), que ´Juan Golondrina´ le ponía poesía a mi trabajo con niños de la calle y que ´Pajarita de papel´ suaviza la dureza del trabajo con los encarcelados.
Hace unos meses, a unas hermanas de aquella congregación que me atendió en Colombia, les enseñaba a cantar ´Miguitas de ternura´, que es lo que más reparten ellas, aquí en Honduras.
Quiero agradecerle tantas canciones suyas. Su sensibilidad y compromiso hacia los valores humanos. Su capacidad de decir las cosas por su nombre. La belleza de su música. Las ganas de vivir a fondo que nos contagia; y de darle gracias a la vida cada día.
Y a mí, de recordarme que una sotana no debe dar miedo a nadie, nunca.
Por todo ello, ¡muchas gracias!... con retraso.
Cuide su salud para seguir cantando a todo corazón.
Atentamente,
Luis Solé, sacerdote misionero en La Moskitia (Honduras)
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