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SOBRE HITLER Y SABRA Y CHATILA
    Queridos amigos:

    Acabo de recibir un correo electrónico al que no puedo contestar personalmente, pues aunque el remitente dice su nombre no indica su dirección de correo. Como el tema me parece de interés, transcribo la carta recibida, guardando el anonimato de quien lo mandó, para tratar de zanjar el tema.

    Estimado Alberto:

    Tamaña sorpresa me llevé en tu última visita a la Argentina en relación a un desafortunado ejemplo que diste utilizando la nefasta figura de Hitler, pero recorriendo tu cancionero encuentro una canción titulada "Sabra y Chatila". No dudo de tu buena fe, pero me resulta por lo menos llamativo que las musas te hayan visitado en estos años sólo para cantar la injusticia del pueblo palestino. Sería justo que también recibieran su canción los falashas etíopes, los pieles rojas americanos, los curdos, los chechenos, los separatistas vascos, pero no, sólo te causa molestia e indignación la causa palestina. Te vi en televisión con Sofovich y él, en su ímpetu televisivo, no dejó que expliques esta cuestión. En referencia a tu panfletaria canción que con tino o cordura decidiste no incluir en tus recitales, te comento que en ese deambular por Beirut, si te referís al palestino, te digo que no fue para nada pacífico, pues recordarás que terminó con la guerra civil libanesa entre cristianos y palestinos musulmanes. Ese abuelo tuyo que un día se marchó de Galicia jamás podría haber ido a Jerusalem a agradecer en el santo sepulcro que sus manos ya no estaban vacías, ya que como podrás averiguar no se permitían peregrinaciones de infieles cuando Jerusalem estaba bajo el mando musulmán palestino-jordano, pero que a partir del mandato israelí la ciudad quedó abierta al mundo. Qué lástima, querido Alberto, que un alma tan profunda como la tuya esté contaminada por el virus del antijudaísmo.

    Amigo sin correo electrónico (pues das tu nombre, pero no tu correo electrónico para contestarte personalmente):
    Me temo que tu mente esté sometida a una confusión étnica que me parece oportuno aclarar. En primer término, sobre mi desafortunada mención de Hitler, acepto la crítica reconociendo, como lo hice en el programa de Gerardo Sofovich, que probablemente haya respondido a un impulso incontrolado al tratar de encontrar un ejemplo que evidentemente no fue el más acertado. Este error fue suficiente para que cierto personaje mediático argentino, el tal Mauro Viale, reconocido especulador de palabras y hechos que le proporcionan un cierto protagonismo en los medios de Argentina, cuyo sentido de la justicia es, al parecer, omnipotente, pues se permite juzgar a los demás, aireara generosamente el asunto, poniendo en tela de juicio mi razón y mi libertad de opinión. Como es su costumbre, le dio un vuelo exagerado a un comentario que hice sobre la mala utilización del término “romántico” como filosofía, ya que al presentar ejemplos entre otros muchos personajes históricos mencioné, entre comillas, el nombre de aquel genocida. La rectificación la hice después, como te dije más arriba, en el programa de Sofovich y según el comentario general la cosa quedó definitivamente aclarada. Pero por las dudas seguramente no desconoces aquel refrán que dice que "nunca llueve a gusto de todos". Viale se cuidó bien de no mencionar los otros ejemplos que yo expuse como románticos, gente como Charles Lindberg, el padre Damián, Mao Tse Tung, el Doctor Fleming o el mismo Che Guevara, es decir, personajes que se jugaron la vida por defender sus ideas, y Hitler, mal que nos pese de alguna manera, hizo lo propio, aunque utilizando métodos inadmisibles, que lo convirtieron en uno de los más feroces asesinos de la historia de la humanidad.
    En cuanto a la CRÓNICA de "Sabra y Chatila" (que la canción no es otra cosa que una crónica extraída de los periódicos que publicaron la noticia de aquella matanza a ocho columnas al día siguiente de acontecer), ni soy palestino, ni pro palestino ni tengo ascendencias árabes. Esto último lo digo con el respeto que me merece cualquier religión por muy ajena que sea. Tampoco soy antisemita ni antijudío, ni anti nada, pues el ser anti algo es un asunto que pertenece al despreciable mundo de los fanáticos, al que con absoluta certeza afirmo no pertenecer. Me jacto de ser una persona de mentalidad abierta y, en consecuencia, evito llevar anteojeras que me impidan ver la realidad en toda su extensión. La canción sobre los sucesos de Sabra y Chatila no tuvo otra pretensión que la de ponerle las alas de una canción al hecho, con la intención de evitar el olvido fácil de la noticia publicada, como antes dije, en todos los periódicos del mundo, ya que no hay nada más viejo y fácilmente olvidable que el diario de ayer. La matanza de Sabra y Chatila es un buen parámetro para mencionar tácitamente la larga lista de genocidios de infinidad de pueblos que decoran dramáticamente la historia de la humanidad. Tal vez a ti lo que realmente te ha molestado es la pregunta encubierta que contiene la canción cuando dice "¿por qué tanto dolor no tiene nombre en Sabra y Chatila?".
    No tengo costumbre de dar explicaciones sobre lo que escribo porque todo lo hago desde el derecho inalienable que me asiste de ejercer mi libertad de expresión, pero en este caso he querido hacerlo excepcionalmente porque si bien tu carta está escrita con respeto, intuyo un cierto favoritismo racial que puede haberte conducido a la confusión que menciono al principio. Creo importante recordarte que en la canción no existe mención a responsable alguno de aquella matanza ni por supuesto tampoco ninguna acusación. Si tú le pones nombres y apellidos a quienes fueron los responsables será que sabes más que yo sobre el asunto. Sólo te reclamo que a la canción la consideres panfletaria, pero si para ti el narrar un hecho real es algo panfletario no cabe duda que sería un vano intento tratar de convencerte de lo contrario.
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