TENER EN CUENTA - CARTA A JOSÉ LUIS ZAFARA
Madrid, verano de 2003.
Querido José Luis:
Enhorabuena por el aniversario de tu página (www.zafara.com) y gracias por tenerme siempre en cuenta. Esto de tener en cuenta a la gente es algo que no se da con la frecuencia y la necesidad con que debería darse. Uno, trabajando en lo que ama, muchas veces tiene la sensación de caminar por una calle estrecha, solo, sin la compañía de sus pares, que por más que esa calle en apariencia esté iluminada por el sol más brillante, no deja de ser solitaria, nebulosa y muchas veces dolorosa. Uno cree que lo que hace lo hace bien y por creerlo lo extiende y expone para compartirlo con los demás. Pero generalmente cuando nos damos cuenta y asumimos que somos “los demás de los demás”, casi de manera automática tendemos a clasificar a las personas por sus cualidades o sus defectos, cayendo, en la mayoría de los casos, en el inefable abismo del prejuicio y, de manera estadística seleccionamos lo que más nos gusta o lo que menos, y establecemos, creyéndonos infalibles, una opinión “definitiva” sobre el sujeto sin recabar mayor información que la ya preestablecida y divulgada de antemano por la sociedad o por nuestro propio mencionado prejuicio.
Esto sucede en todas las profesiones y en todos los ámbitos, y la fórmula más directa de proteger el valor de nuestros parámetros es dejar de tener en cuenta todo aquello que nuestra “infalible” opinión ha decidido desvalorizar, y entonces lo sometemos a deambular por los andenes del olvido a la espera de un tren que nos lleve a ninguna parte. En mi condición de cantautor, pionero en una España en su tiempo árida de cantores y de canciones inteligentes, me siento muchas veces un exiliado del mundo de la cantautoría. Cuando el periodista de turno menciona ese mundo, nombra a todos los otros menos a mí. Quizá sea porque no me han perdonado ni nunca lo harán el haber circulado en mis comienzos por algún camino de la mal llamada comercialidad con mi música, o quizás por no ser hijo directo de esta tierra de “seres superiores”, o a lo mejor les jode que un cantorcito de verbenas, guarachero, se haya atrevido a acercarse a Brel con sus composiciones o a musicalizar a Machado o a Góngora, a Lope o a Quevedo. Ignoran tal vez que para llegar a esto, el cantorcito tuvo que aprenderse la lengua de Molière para conocer a Brel en la suya natal o meterse en profundidad a conocer de cerca a los maestros del siglo de oro español o buscar en Machado, Neruda o Hernández un camino a seguir.
Por todo esto, querido José Luis, porque no has caído en la tentación de los envidiosos y mediocres te digo gracias, por tenerme en cuenta, pues con tu actitud atraviesas límpidamente las barreras de la estupidez y “te la juegas” ofreciéndome un poco de protagonismo en tu excelente página. A modo de agradecimiento te envío unos versitos que desprovistos de cualquier forma de rencor he escrito al respecto con la intención de que mañana sean una canción. Te los envío a continuación con la autorización de que los publiques en tu portal al igual que esta carta si así lo crees conveniente y, por supuesto, si así lo deseas.
Abrazos fraternales.
TENER EN CUENTA
Tener en cuenta es lo que cuenta
cuenta un proyecto de vida compartido
cuenta evitar el devenir de las afrentas
cuenta acabar con los muros del olvido.
Y rescatar de los garras de la sombra
a los que inermes ya nadie nunca nombra.
Tener en cuenta es lo que cuenta
cuenta si somos solidarios por sistema
cuenta el tener atenciones sin prebendas
y al corazón compartirlo como lema.
Es agendar el amor de cada día
repartiendo a manos llenas la alegría.
Si me tienes en cuenta en tus pensares
será vivo el valor de mis sentires
como tuyo el andar en mis andares
y gozoso el sumarme a tus reíres.
Si me tienes en cuenta mis ayeres
superados serán por mis ahoras
y serán más placeres mis placeres
y serán más boreales mis auroras.
Tener en cuenta es lo que cuenta
es confirmar de que eres alguien para alguien
y que ya nunca has de pasar inadvertido
cuando llegabas a pensar que no eras nadie
y resignado a vivir siempre escondido.
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