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EL FUNCIONARIO
    "¿Qué es un hombre sin un sueño? Un hombre sin un sueño es un bulto sospechoso".
    La máxima aspiración de un hombre que deja de lado los sueños es la de convertirse en funcionario. Eso significa que podrá ampliar su horizonte hasta la dimensión que tiene su ventanilla, a través de la cual establecerá su contacto cotidiano con el mundo. Detrás de esa ventanilla será un dios omnipotente. Decidirá sobre vida y hacienda del "homus vulgaris" y lo atosigará hasta hacerle perder una de sus virtudes más preciadas, la paciencia. De la ventanilla hacia afuera el mundo se conmueve con Mahler o Beethoven, saluda emocionado la hazaña de Amstrong o llora impávido la muerte de Luther King. De la ventanilla hacia afuera el mundo se entretiene en tonterías como escribir y leer poemas, enamorarse, buscar soluciones para el cáncer o el sida. Claro, perdiendo el tiempo en esas bobadas no es raro que luego lleguen a mi ventanilla sin el papel sellado correspondiente y encima protesten y provoquen mis iras más incontrolables. La gente es muy desconsiderada y se olvida de cumplir las normas o se las pasa por donde no les da el sol y uno como buen funcionario a apechugar y a soportar pesados.
    Todo esto viene al caso porque hace unos día “Ella”, cuya nacionalidad es belga, es decir, natural de uno de los países fundadores de la Unión Europea, pero que vive conmigo en Madrid como es su obligación como esposa, tuvo que renovar su residencia en España, residencia que en su caso como ciudadana europea no sería necesaria si no fuera para facilitar mostrando el pequeño carnet trámites circunstanciales y poco más. Pues bien, la acompañé a la comisaría en calle General Pardiñas de Madrid, en donde filas interminables de indocumentados esperan con paciencia franciscana que les llegue el turno de alegar ante el funcionario de turno por un permiso de residencia o de trabajo, la mayoría ciudadanos africanos y sudamericanos. La fila para los “comunitarios” era la menos poblada, sin dejar de ser tediosa, y eso como es natural, provoca que alguno se cuele o sencillamente se confunda y se sume a esa cola bastante inferior a las otras.
    Precisamente esto sucedió justo delante nuestro y nosotros por aquello de no hacer demasiado ruido, no reclamamos la actitud de aquel intruso. Madre mía, cuando el sujeto llegó a la ventanilla y el funcionario comprobó que los documentos que aquel presentaba no eran de un “comunitario” comenzó a reclamarle airadamente en voz bien alta para que todos los presentes escucháramos.
    -"Pero Ustedes qué se creen, que uno, además de trabajar como un burro para gestionar sus papeles, debe también que hacer de celador para vigilar la conducta de ustedes, eeeeeeh?", profirió con una voz aguda rayando la histeria.
    El ciudadano, un joven africano, atinó a decir tímidamente... "Perdón".
    -"Qué perdón ni qué ocho cuartos..., fórmese en la fila que le corresponde y espere lo que tenga que esperar". Sólo le faltó decir lo que por dentro ardía en deseos de apostrofar: "Estos negros de mierda”....
    Ante semejante actitud uno empieza a revisar minuciosamente sus papeles, no sea que haya alguno equivocado y desate la ira de aquel energúmeno.
    Finalmente nos llegó el turno y sin siquiera mirar de quién se trataba dijo:
    -"Firme aquí y deme su dedo pulgar". A través de la ventanilla mi esposa estiró la mano que él agarró como si se la fuera a cortar, le empapó el dedo en una almohadilla y sin ningún miramiento, casi a tirones, manchó con las huellas dactilares el cuadradito del documento y solemnemente dijo, "ya está, su documento estará dentro de tres o cuatro meses, ya se le avisará para que pase a recogerlo". Menos mal que mi esposa es ciudadana comunitaria, pues de no serlo seguramente la elaboración de esa pequeña cédula tardarían en dársela varios años si es que alguna vez llegara a conseguirla. Salimos de aquella sala repleta de acobardados “no comunitarios” y el aire de la calle nos volvió a la realidad.
    La reflexión final de esto es que aquel funcionario no trabajaba como un burro, sino que sencillamente era un burro con perdón de los asnos que son bastante más civilizados que este dictadorzuelo de ventanilla, que seguramente piensa que ésa es la forma de demostrar que pertenece al primer mundo

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