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ALBERTO CORTEZ SINFÓNICO
    Es natural que a todos los que nos dedicamos a cantar nos subyugue la idea de hacerlo alguna vez acompañado por una orquesta gigantesca, es decir, por una orquesta sinfónica. Grabar además un disco con esa orquesta es algo así como el documento demostrativo de que alguna vez lo logramos, pero grabar un disco con una sinfónica, por la cantidad de músicos que la integran, eleva los presupuestos a cifras no siempre rentables para la compañía productora. La lucha en el mercado discográfico no sólo se centra en convencer al consumidor de lo atractivo de ese producto, que solamente se consigue con una buena y carísima publicidad, sino también luchar a pecho descubierto con esa lacra infame que hemos dado en llamar piratería. Por cierto, existen serias sospechas de que los piratas tienen elementos infiltrados en las compañías productoras de discos, pues de otra manera no se explica que cuando artistas de reconocido éxito, caso Alejandro Sanz o Luis Miguel, graban un nuevo disco, antes del lanzamiento oficial del mismo es posible encontrarlos ya en las mantas y escaparates de estos parásitos sociales a precios irrisorios. La alta tecnología que tantos beneficios aporta a la calidad se ha tornado perjudicial para productores de música, pues un simple CD hoy en el mercado es lo que antes se llamaba “master”, es decir, que se puede reproducir sin perder un ápice de calidad cuantas veces uno quiera, circunstancia que aprovechan estos filibusteros modernos para reventar los mercados a precios que fluctúan en una relación de uno o dos por diez, es decir, cuando un disco en una tienda cuesta digamos alrededor 20 euros, en las mantas lo puedes encontrar a 3 y muchas veces a menos aún. Es lógico, pues estos delincuentes no pagan derecho de autor ni impuesto alguno, y además no invierten en producción, lo cual nos lleva a imaginar el monto de sus beneficios. Mientras todo esto ocurre las compañías discográficas de toda la vida tienden peligrosamente a desaparecer, pues la lucha se torna insostenible, más aún si le agregamos la guinda de Internet, de donde se puede bajar toda la música que uno quiere por el solo precio de la factura de la luz.
    Pero permítanme que vuelva a la cosa sinfónica. A pesar de todos los inconvenientes comerciales que acabo de citar, todavía hay gente que sueña y se ilusiona con crear un paisaje artístico diferente, recrearse grabando un disco de manera diferente, como es el caso de Joan Manuel Serrat con su trabajo “Serrat sinfónico", carísima producción realizada con acierto y buen gusto y que seguramente le proporcionará a Serrat y su gente pingües beneficios, no sólo económicos, sino también en prestigio.
    Ahora me toca hablar de mí y procuraré hacerlo sin cargar las tintas de la vanidad y sin intención de agredir a nadie, pero resultan curiosas las coincidencias con Serrat. Trataré de explicarme. Yo, desde que tuve acceso a la lengua francesa, convertí a Jacques Brel en mi punto de referencia, en mi parámetro en materia de composición, en mi maestro, aunque sin la pretensión de imitarle. Mas sí la tuve de intentar escribir canciones dignas de personas inteligentes y a Serrat le pasó lo mismo aunque con otras connotaciones sociales ajenas a mi voluntad. En 1967 presenté un memorable concierto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid con canciones compuestas utilizando poemas de varios geniales vates del siglo de oro español, Góngora, Lope de Vega, Quevedo y, más cercano a nuestro tiempo, poemas de Antonio Machado y poemas de Pablo Neruda. Aquello fue todo un acontecimiento y de alguna manera significó un vuelco total en mi carrera. Se editaron entonces dos discos bajo el nombre de "Poemas y canciones”, volumen uno y volumen dos. Un par de años después Joan Manuel Serrat repitió mi experiencia grabando canciones compuestas con textos de Machado incluyendo dos canciones compuestas por mí, "Las moscas" y "Retrato". El trabajo publicitario y de mercadeo de su casa discográfica fue mucho más efectivo que el de la mía y su trabajo pese a ser posterior al mío obtuvo un enorme éxito y quedó como referencia musical de una época. Tiempo después Serrat continuó con esa fórmula realizando otro magnífico trabajo sobre Miguel Hernández, incluyendo también una canción de mi autoría, “Nanas de la cebolla”, y más tarde aún otro con poemas de Mario Benedetti. Yo, por mi parte, realicé un trabajo integral sobre Pedro B. Palacios, "Almafuerte", poeta fundamental de la literatura argentina.
    Hace unos años, no muchos por cierto, ofrecí un concierto en la ciudad de Houston en el Teatro Lido acompañado por una fantástica orquesta sinfónica. Angel Gómez, técnico de sonido que lleva casi treinta años colaborando conmigo, aquella noche tomó la precaución de grabar todo el concierto, y lo hizo respetando el calor de una actuación en directo con los aciertos y desaciertos que nunca faltan en este tipo de presentaciones por muy ensayadas que estén. Hace un par de años, editamos este disco en México bajo el título “Alberto Cortez sinfónico". Miren ustedes por donde tiempo después Serrat graba uno de similares características, pero no en vivo, ¿qué coincidencia, verdad? Serrat es un gran amigo y le admiro mucho como el gran artista que es y me honra pensar que yo haya sido para él un ejemplo a seguir. Quizás en esto mi vanidad me esté jugando una mala pasada, pero me conformo pensando que más que vanidad lo mío es orgullo. Pero bueno, vamos al grano.
    La Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE) ha creado una fundación llamada la “Fundación Autor” con el fin de trabajar en apoyo de los creadores y en contra de la piratería. Pues bien la Fundación Autor ha editado ahora en España aquel “Alberto Cortez sinfónico” grabado como ya dije hace algunos años en Houston. Como único comentario quiero decir que es un trabajo fresco y dinámico, lleno de matices imposibles de lograr en un estudio. Ese “Alberto Cortez sinfónico” contiene un repertorio sugerente, es decir, canciones que cubren un amplio espectro de mi trayectoria. Este comentario no persigue otro fin que el de poner en conocimiento de mis seguidores de siempre y de los que quieran sumarse a esa pléyade de admiradores este nuevo disco “Alberto Cortez sinfónico”, un trabajo que está a disposición de todos aquellos que quieran disfrutar de un concierto auténticamente sinfónico como si estuvieran sentados en una butaca del teatro donde se grabó.

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