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IDENTIDAD
    Hacía bastante tiempo que no me ponía a escribir nuevas canciones. Era como si de pronto se me hubiera agotado la imaginación, o como dice mi cofrade Serrat, como si las musas se hubieran ido de vacaciones. Digamos que había caído en el pozo de una abulia total y no me afloraba ninguna idea digna de tenerse en cuenta para convertirla en canción. Mi amplio repertorio logrado a lo largo de tantos años de componer y grabar discos era suficiente para presentar concierto tras concierto, incluso sin repetir canciones.
    Me reconozco la virtud sin vanidades de no aburrirme de cantar ese repertorio, a diferencia de otros que reniegan de sus éxitos por estar hartos de cantarlos cuando la gente los reclama. En mi caso no es así y hasta diría que, por el contrario, me enorgullece saber que la gente reconoce mis obras y trato de poner en mis recitales todas aquellas canciones más conocidas que son las que la gente quiere generalmente escuchar en primera instancia, mechando algunas rescatadas de otros tiempos que por su intemporalidad siguen teniendo vigencia. Pero mire usted por donde, no hace mucho logré vencer aquella abulia y mi sempiterna pereza y me encerré a escribir sin prisas pero sin pausa y un buen día me encontré con once temas totalmente nuevos recién salidos del horno de las canciones, horno que está ubicado entre el corazón y las ansias.
    Cuando hube concluido mi tarea de composición, sin pérdida de tiempo, busqué a uno de mis cómplices favoritos, el magnífico músico arreglista Tino Geiser, que vive en México, y quien de inmediato, contagiado de mi entusiasmo, aceptó encantado implicarse en este nuevo proyecto surgido de la alegría de haber vuelto ‘a los ruedos’ de la creación. Sólo me quedaba un poema sin musicalizar al que Tino, ni corto ni perezoso, puso música de inmediato y surgió de aquello una de las mejores canciones de lo que sería el nuevo disco que pretendo presentar con estos escritos. Entre Tino y yo había un océano de distancia, pues aquél, como antes digo, vive en México y yo en Madrid. Para vencer esa distancia recurrimos pues al ingenio y a la tecnología. Tino hacía una maqueta o demo en su estudio de Querétaro y me la enviaba por internet, yo la bajaba en Madrid y con la ayuda de Ángel Gómez, mi técnico de sonido de toda la vida, le ponía la voz en mi estudio y se la reenviaba con los detalles que se tuvieran que rectificar. Cuando los demos o maquetas estuvieron a nuestro gusto, Tino grabó las cuerdas, guitarras y otros instrumentos en su país de residencia y con todo se vino a Madrid y aquí terminamos el trabajo.
    El disco se llama “IDENTIDAD” y será editado en breve por EMI Music en España y resto del mundo. Los títulos son “Identidad”, “Gaviotas”, “Un hombre pequeño”, “Con el alma en vilo”, “Es la que...”, “Háblame de tu tierra”, “Crónica de un viaje”, “Los indiferentes”, “Te quiero”, “Sólo por su amor” y “Qué culpa tengo yo”, éste último dedicado a todas las víctimas del terrorismo, que como bien sabemos y sufrimos en la actualidad, es una auténtica espada de Damocles que pende sobre todos los seres humanos. La canción tiene al final y a modo de moraleja una estrofa que dice: ‘No hay fin que justifique tanta pena, ni pena que no viva su calvario, no hay crimen que se quede sin condena, más tarde, más que nunca o más temprano’.
    Todos los textos son de mi autoría salvo “Gaviotas” que es una hermosa sucesión de coplas escritas por el gran poeta cubano Orlando González Esteva a las que les puse música. Luego “Sólo por su amor” es una canción cuya música y letra en francés compuso para mí como regalo de bodas mi esposa cuando estábamos a punto de casarnos. En francés la canción se llama ‘Ma vie dans une chanson’. Yo le puse un texto en castellano y es a mi juicio una de las más bellas canciones del disco. Por último “Es la que...”, como decía más arriba, tiene una preciosa música compuesta por Tino Geiser.
    La grabación de la voz y las laboriosas mezclas se llevaron a cabo en mi estudio particular y fueron realizadas por David Revuelto, Ángel Gómez y, por supuesto, Tino Geiser. Yo, en este disco, desde el punto de vista de la producción, me limité a supervisar solamente el desarrollo del mismo y me confieso totalmente satisfecho con el resultado. Queda en manos del público el juicio final de este trabajo minucioso y sensible que ojalá sea coincidente con el nuestro.

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