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INSOLITO AUDITORIO DE LOS HEROES
    Guasave, Sinaloa, Mx. 23 de mayo de 2006

    Guasave es una ciudad provinciana al norte de Culiacán, en el estado de Sinaloa, no muy lejos del mar de Cortés, que separa la península de Baja California sur con las costas continentales de México y de camino hacia la frontera con Estados Unidos. Guasave es una pequeña ciudad muy bien arbolada con aspecto de limpias calles y avenidas, aceras amplias y cómodas para el paseante, buenos y modernos edificios, en fin, una coqueta ciudad provinciana apta para el buen vivir de sus habitantes.
    Al llegar después de una hora y media de carretera desde Culiacán, capital del Estado, vía atestada de trailers enormes con destino a USA y todo tipo de vehículos, al llegar, digo, nos dirigimos al ‘Auditorio de los héroes’, donde se había programado un concierto dentro de la extensa gira que estamos realizando por todo México. Una vez allí nos encontramos frente a un edificio moderno con un gran explanada al frente de unas pretenciosas columnas con aire de partenón griego de mampostería, que marcaban la entrada principal al auditorio. Al entrar nos llamó mucho la atención no ver a nadie del personal que habitualmente trabaja en los teatros. Solamente había en la puerta una muchacha sentada frente a una pequeña mesa que supuestamente vendía las entradas que no eran tales, más sí pequeños papelillos marcados con bolígrafo con una señal a mano para nuestro recital. Sorprendidos preguntamos por la típica taquilla. La muchacha nos dijo que estaba clausurada a causa de su deterioro y que ésa era la razón por la que ella estaba allí para vender las entradas. Aquella muchacha era la única persona que había en el recinto, ni acomodadores. ni tramoyistas, ni asistentes, ni alguien que asumiera alguna responsabilidad, ni nadie más. Es decir, quien adquiría uno de esos papelillos supuestamente adquiría incluso el derecho se sentarse a la vera del artista en el escenario si le diera la gana, pues no existía control alguno.
    Entramos y nos encontramos con un patio de butacas forradas de rojo que le daba al recinto un aspecto realmente bello. Delante un gran escenario propio de los necesarios para el ballet o las grandes orquestas sinfónicas, pero el traperío, es decir el ciclorama, los telones y las llamadas patas o cajas laterales, mostraban una evidente necesidad de lavadora que seguramente ignoraban desde la ya lejana inauguración del auditorio. En el centro del escenario ya estaba preparado un piano de mini cola de los llamados corrientemente colines. Atravesamos el estrado cuyo piso mostraba un amplio muestrario de manchas y de mugre, signo inequívoco de deterioro y abandono. Detrás de aquel traperío sucio y maltrecho se encontraban los camerinos. Antes de llegar a ellos nos recibió un fuerte hedor a orines proveniente de la parte íntima o servicios elementales de aquello que pretendía ser el camerino principal, es decir el de la estrella, y que seguramente cuando fue inaugurado lo fue, pero que ahora era más parecido a una letrina que a un camerino, sin sillas ni nada donde sentarse. Aquel hedor era insoportable, y tanto que se nos ocurrió pensar tomando la cosa con humor si aquellos orines no pertenecerían a los héroes que dieran nombre al auditorio, es decir Pancho Villa, Emiliano Zapata o cualquier otro héroe de la revolución que por allí pasaran y hubieran aliviado sus heroicas vejigas en aquellos mingitorios y desde entonces los responsables del hoy supuesto centro de cultura, conservan aquellos desechos con la intención de rendir su personal homenaje a los héroes, dejando aquello como reliquias históricas.
    El clima de Guasave es tropical, es decir hace calor y del bueno, y los heroicos orines sumados al intenso calor naturalmente genera un universo de moscas y todo tipo de pequeños e incómodos insectos de los que no hay manera de librarse. Ante semejante panorama nos quedaban dos opciones: o salir huyendo, o resignarnos a soportar aquello sin perder ni la paciencia ni la dignidad. Aún no entiendo como al salir al escenario me encontré con un bien nutrido grupo de personas que esperaban ansiosos mi presencia y mis canciones. Evidentemente aquel numeroso público asistió ávido de participar de un acontecimiento cultural sin duda escaso en aquella villa. Lo más curioso e insólito que queda por narrar si puede pedirse más, es que estuvimos a punto de suspender el concierto porque no había una banqueta para el pianista, pues quien allí puso el piano seguramente ignoraba que los pianistas tocan sentados. Finalmente y por arte de magia apareció un sillín de los que usan habitualmente en las mesas de escritorio y Fernando Badía, que además de ser un gran pianista es además como quien esto suscribe un ‘todo terreno’, pudo acomodar sus honorables nalgas en aquella cosa y haciendo de tripas corazón pudimos finalmente responder a la expectativa de la gente y realizar el recital que finalizó con un clamoroso éxito.
    Como colofón a esta breve y urgente crónica quiero decir que no existe en mí ningún ánimo de hacer una crítica ácida y con mala leche de lo sucedido, pero si por casualidad el Alcalde de Guasave lee o alguien le comenta esta breve crónica, debería reflexionar y hacer algo por mantener ese magnífico auditorio en buen estado, especialmente desde el punto de vista higiénico, porque eso significará que el señor alcalde o Presidente municipal como en México se llaman a esos gobernantes, se interesa y hace algo por la cultura de su comunidad y respeta por encima de todo a los artistas que quieren acercarse a Guasave a compartir con la gente sus cualidades artísticas.
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